REVISTA Vol. 1 N° 1 Enero – Abril 2021
Víctor M. García Nieto
Víctor M. García Nieto · Expresidente de la Asociación Española de Nefrología Pediátrica
La nefrología pediátrica se inició, en nuestro país, stricto sensu, cuando Luis Callis al regresar del Hospital Necker de Paris creó en 1966, en la Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social de Barcelona, el primer Servicio de la especialidad. Siete años después, ya existían otras 18 personas más interesadas en las enfermedades renales pediátricas, de tal modo que el 8 de diciembre de 1973, en la ciudad de Zaragoza, se creó la entonces denominada “Sección de Nefrología Pediátrica de la Asociación Española de Pediatría (AEP)”. En los 47 años transcurridos, ese pequeño Grupo de ha transformado en una Sociedad madura (Asociación Española de Nefrología Pediátrica) que cuenta con alrededor de 200 socios y goza de una formidable “salud” científica en la que se imbrican los congresos anuales, múltiples trabajos colaborativos, la elaboración de Registros (REPIR 1 y 2), la participación en la redacción de Guías de Práctica Clínica, libros editados y cursos de formación continuada.
En este artículo se revisan los antecedentes históricos de la especialidad, a saber, cuando no existían las especialidades en medicina, cuando se reconoció la pediatría como especialidad y cuando, por fin, se observó la necesidad de crear las subespecialidades pediátricas.
En la actualidad, el cuidado de los enfermos renales pediátricos en España está a cargo de los nefrólogos pediátricos, prácticamente, en el 100% de los casos. No obstante, sea por lo que fuere, 54 años después de la creación del primer Servicio de la subspecialidad sigue sin estar regulada oficialmente en nuestro país.
Fernando Santos Rodriguez
Fernando Santos Rodriguez
Hospital Universitario Central de Asturias, Universidad de Oviedo, Oviedo.
Este artículo revisa aspectos actuales relevantes del raquitismo hipofosfatémico ligado a X (XLH) como principal representante de las hipofosfatemias de base genética producidas por exceso de factor de crecimiento de fibroblastos 23 (FGF23) en población pediátrica. Además de recordar puntos clave establecidos del XLH, esta revisión pretende trasladar inquietudes científicas y plantear perspectivas sobre otros elementos más debatidos del XLH, como el mecanismo por el que la inactivación del gen PHEX causa elevación de FGF23, la variabilidad clínica de la enfermedad, la repercusión sobre el crecimiento y la base patogénica responsable de este, así como el tratamiento convencional con suplementos de fósforo y derivados de la vitamina D, y los resultados de la administración de burosumab.
Sara Chocron, L. Enrique Lara, Álvaro Madrid, Marina Muñoz, Ramón Vilalta, Gema Ariceta.
Sara Chocron · Nefrología Pediátrica. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona. Enrique Lara · Nefrología Pediátrica. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona. Álvaro Madrid · Nefrología Pediátrica. Hospital Sant Joan de Deu. Barcelona. Marina Muñoz · Nefrología Pediátrica. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona. Ramón Vilalta · Nefrología Pediátrica. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona. Gema Ariceta · Nefrología Pediátrica. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona.
El raquitismo hipofosfatémico familiar ligado al cromosoma X (RHX) está causado por la inactivación del gen PHEX, que deriva en un aumento de FGF23, induciendo fosfaturia e inhibiendo la activación de la vitamina D. En el niño conduce a raquitismo y osteomalacia. El tratamiento clásico con fósforo oral y calcitriol es efectivo para la curación, pero tiene efectos secundarios como nefrocalcinosis e hiperparatiroidismo secundario, siendo también potente inductor de FGF23. Nuestro objetivo fue determinar el impacto del tratamiento con cinacalcet y dosis reducidas de sales orales de P sobre los niveles de fosfato (P)érico, FGF23, PTH y fosfaturia.
Resultados: Seleccionamos a 6 pacientes con mutación PHEX tratados con el protocolo expuesto. Los niveles séricos de P (2,48, 2,5, 2,35 mg/dl) se mantuvieron estables durante los 12 meses, a pesar del descenso de la dosis de P oral en un 50 %. Tanto la PTH (78,71, 51,23, 40 pg/ml) como FGF23 (255, 165,91, 156,8 RU/ml) mostraron descenso progresivo, junto al ascenso de reabsorción tubular de fosfato (RTP) (55,66, 72,39, 77,4 %) y transporte máximo de P (TmP) (1,37, 1,76, 1,67 mg/dl). Los niveles de Ca y Ca iónico disminuyeron, pero sin asociación a síntomas clínicamente relevantes.
Conclusiones: El cinacalcet ayuda a suprimir la secreción de PTH y FGF23, resultando en un aumento de la reabsorción de P que permite reducir las dosis de P oral, mejorando el HPT en los pacientes con RHFX. Se requerirán estudios prospectivos randomizados para establecer el rol de este tratamiento. La aparición del burosumab constituye una alternativa terapéutica para pacientes refractarios al tratamiento clásico.
Silvia Marín-del Barrio
Silvia Marín-del Barrio · Servicio de Endocrinología Pediátrica. Hospital Sant Joan de Déu. Barcelona.
El caso de una niña que consultó por dolor y deformidad ósea, siendo diagnosticada de raquitismo hipofosfatémico. A raíz de una talla baja, anteriormente le habían diagnosticado en otro centro déficit parcial de hormona de crecimiento y recibía tratamiento sustitutivo desde hacía un año. Con nuestra sospecha de raquitismo hipofosfátemico, se suspendió dicha terapia y se inició fosfato y calcitriol, con gran mejoría clínica. El estudio molecular del gen PHEX no mostró alteraciones, pero la presencia de dos mutaciones en el gen ENPP1 confirmó el diagnóstico poco frecuente de raquitismo hipofosfatémico autosómico recesivo tipo 2.
Inés Vergara Pérez, Araceli García Pose
Inés Vergara Pérez · Complejo Hospitalario Universitario A Coruña, A Coruña. Araceli García Pose · Complejo Hospitalario Universitario A Coruña, A Coruña.
El raquitismo hipofosfatémico ligado a X es una enfermedad genética rara, causada por la mutación del gen PHEX, que condiciona una hiperfosfaturia e hipofosfatemia debidas al aumento del factor de crecimiento fibroblástico 23 (FGF23), el cual produce una deficiente mineralización ósea y provoca deformaciones esqueléticas, disfunción muscular y anomalías dentales, entre otras alteraciones. El tratamiento clásico consiste en varias dosis diarias (idealmente entre 4 y 6) de suplementos con fósforo y vitamina D activada, sin conseguirse en ocasiones un óptimo control ni crecimiento. Desde el año 2018, disponemos de un tratamiento específico frente a la enfermedad, un anticuerpo monoclonal recombinante humano IgG1 contra FGF23, denominado burosumab.
Se presenta aquí el caso clínico de 2 hermanas de 13 y 16 años, con desarrollo puberal completo, portadoras de la misma mutación, con significativa variabilidad en la expresión clínica. El manejo clínico durante 11 años fue con tratamiento convencional. Se muestra su evolución durante el último año, tras el inicio de burosumab.
Juan David González Rodríguez, José María Donate Legaz, José Eugenio Cabrera Sevilla, Sara de Murcia Lemauviel, Ana García González, Encarnación Guillén Navarro.
Juan David González Rodríguez · Nefrología Pediátrica. Hospital General Universitario Santa Lucía, Cartagena; Unidad Multidisciplinar de Enfermedades Renales Hereditarias de la Región de Murcia (UMERH-RM). José María Donate Legaz · Endocrinología Pediátrica. Hospital General Universitario Santa Lucía, Cartagena. José Eugenio Cabrera Sevilla · Nefrología Pediátrica. Hospital General Universitario Santa Lucía, Cartagena. Sara de Murcia Lemauviel · Endocrinología Pediátrica. Hospital General Universitario Santa Lucía, Cartagena. Ana García González · Neonatología. Hospital General Universitario Santa Lucía, Cartagena. Encarnación Guillén Navarro Genética Médica. Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, Murcia; Unidad Multidisciplinar de Enfermedades Renales Hereditarias de la Región de Murcia (UMERH-RM).
El síndrome de McCune-Albright es una enfermedad ultra rara, debida a mutaciones somáticas activadoras en la proteína Gs alfa, aunque un estudio genético normal no descarta esta entidad. Se caracteriza por la presencia de manchas café con leche, displasia fibrosa ósea e hiperfunción endocrina, aunque otros muchos tejidos pueden estar afectados. Además, la mayoría de los pacientes con afectación ósea asocian una pérdida renal de fosfato, relacionada con el aumento de FGF23 en el tejido óseo displásico, que puede mejorar e incluso normalizarse a lo largo de la evolución, si bien las fracturas ocurren con mayor frecuencia en los pacientes con fosfaturia elevada e hipofosfatemia.
Actualmente no existe un tratamiento curativo y el pronóstico depende de la localización, la gravedad de la afectación y la presencia de complicaciones, con diferentes recomendaciones para el manejo de las endocrinopatías, si bien, los tratamientos usados para la displasia ósea no han conseguido grandes modificaciones en la carga de enfermedad a largo plazo, por lo que resulta prioritario investigar la utilidad de nuevas dianas terapéuticas.